miércoles, 9 de noviembre de 2011

CÁNCER AMIGO


“Esto vale para toda persona que amontona para sí misma” (Lc 12, 21).

Grandes progresos se han dado en la lucha contra el cáncer, pero nada lo para. Sigue expandiéndose en forma asombrosa. Ya forma parte de nuestra vida. Casi un amigo. Un amigo muy parecido a nosotros mismos.

El cáncer es la célula que se ríe de todo, se burla del organismo del que forma parte, se hincha, se reproduce; creyéndose bella, única y perfecta, no cesa de multiplicarse.

Es una célula que está llena de sí misma, no tiene ojos más que para sí misma, sólo piensa en satisfacer sus deseos, en saciar sus pantagruélicos apetitos de poseer, sus ansías tan devoradoras que, cuando, al final, no queda más nada a su alcance, tiende a devorarse a sí misma.

El cáncer es la historia de una pequeña célula, que ha perdido el norte y el sentido de sus límites; se embala, estalla y se vuelve loca. Es la desmesura, la hipertrofia, el desequilibrio absoluto.

Es esa vieja enfermedad del ser humano que parece haber nacido con él, la misma que estigmatizan el mito de Prometeo entre los griegos, la leyenda del gigante Kua Fu entre los chinos, la teoría del pecado original entre los cristianos, el insaciable deseo del ego como causa del sufrimiento en Buda, la fábula de la rana y el buey del buen Lafontaine. El cáncer se confunde casi con nuestra propia historia.

Por el camino hemos dejado a Dios a un lado con el pretexto de que había hecho mal las cosas y hemos tomado su lugar pensando poder arreglarnos mejor sin él.

Y he aquí lo que hemos logrado: nuestro césped y nuestros árboles están enfermos, nuestros pájaros y nuestros peces también; un cuarto de la humanidad es obesa, devora y mata, mientras otro cuarto, con el estómago vacío, es devorado y matado, y el resto se queda estancado entre ambos.

Me gusta consumir. Consumo, luego soy. El cáncer es la necesidad de consumir trasladada a mis células.

El cáncer es mi vida. Es el alma del famoso sistema económico que rige el planeta y que está acabando con él, al que nosotros mismos damos de comer mientras él nos devora.

Ya lo dije, el cáncer es un amigo. Es más: es nuestro dios, a nuestra imagen y semejanza.

Eloy Roy

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